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Portada del disco de Baker |
Chesney Henry Baker Jr., conocido musicalmente como Chet Baker (1929-1988). Hablar de Chet Baker es hablar de muchas contradicciones entre lo que se es y lo que se hace, es un músico que traspasó las fronteras del jazz para ir mucho más allá, icono de la generación de los 50´, su voz y su trompeta cautivó a millones de personas. Si el género del jazz tuviese un subgénero que fuese "Lovers Jazz" Chet Baker sería sin duda, su máximo exponente. De ídolo pasa sin más a villano, tuvo problemas psiquiátricos, adicción por las drogas que interfirieron gravemente en su carrera y un final de vida no deseable para nadie, una vida muy difícil que sin embargo contrasta de manera brutal con su obra, que transmite equilibrio, belleza, introspección, lirismo, delicadeza, amor, suavidad, elegancia, tranquilidad, quietud, armonía, y un largo etcétera de adjetivos. El sonido de la trompeta de Chet Baket embauca, cautiva, paraliza, te invita a la contemplación sin más, a la admiración de la belleza, de las cosas bien hechas, al relax, te hace admirar a su creador. Todo esto demuestra que a pesar de la tortuosa vida que llevó siempre tuvo en su mente, su obra y a sus admiradores, a sus seguidores y tuvo hacia ellos, hacia nosotros y hacia su legado, un gran respeto, el respeto que no tuvo por su vida.
Chet Baker "April en New York" recoge esa época de 1959, a finales de la década en NYC, donde realiza decenas de grabaciones con músicos de la talla de Kenny Burrell, Bill Evans, Paul Chambers y Art Pepper entre otros. El disco es un regalo para los oídos y para el alma, cuenta con 12 temas todos en la línea de baladas sugerentes, intimistas, de una belleza inigualable, un sonido de trompeta único que no te cansas de oír, siempre te llega y te transmite cosas positivas, buenas, todo lo contrario a lo que desgraciadamente fue su vida. Imprescindible, no puede faltar en tu memoria musical.
De 5 > 10 mi valoración es: 9