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domingo, 20 de abril de 2014

Art Farmer & Jim Hall: Big Blues


Por separado Farmer y Hall tienen trayectorias consolidadas y en cierto modo paralelas, incluso parte del camino lo hacen juntos en los sesenta con una misma formación, aquí se vuelven a reunir para grabar para CTI, lo mejor que ambos dieron al mundo del jazz, ambos tuvieron estilos complementarios, en lo lírico, en lo armónico y un mismo tempo, con esa afinidad natural  Big Blues, nació con la mejor proyección posible.
El álbum se graba entre el 2 y el 3 de febrero de 1978, en los afamados estudios Electric Lady Studios (iniciativa de Jimmy Hendrix), cuenta con cuatro temas, siendo el tiempo de grabación de 34:37 h., los créditos son Art Farmer tocando el fliscorno, Jim Hall con la guitarra, Mike Mainieri con el vibráfono, Mike Moore al bajo y Steve Gadd en la batería.
El primer corte es de Benny Golson, Whisper Not crea un ambiente mágico entre los solos del fliscorno y la guitarra, entremedio el vibráfono y la sección rítmica genial al estilo de la pantera rosa de Henry Mancini, el segundo tema es de Thad Jones, A Child is born donde Hall se luce con su solo de guitarra y Farmer utiliza la sordina con gran fuerza expresiva, el contrapunto lo pone Mainieri; el tercer corte Big Blues lo compone el propio Hall y se percibe un jazz más fresco, más Bop, con reminiscencia a Davis, el bajo y la guitarra juegan sin parar durante toda la pieza, por otro lado, el fliscorno de Farmer adquiere textura de trompeta; el último corte es fascinante Pavane for a Dead Princess,  una obra de Maurice Ravel que fuerza al quinteto a convertirse en grupo de cámara con unos arreglos complejos y de mucha inventiva, Farmer interpreta la inquietante melodía con maestría abrazado por la guitarra y vibráfono, bajo y batería sincronizados con precisión Suiza. Destacar durante toda la grabación la sutileza de Steve Gadd  a la batería, es capaz de lograr una musicalidad con cierta melancolía, cosa que con este instrumento es difícil conseguir.
Farmer y Hall logran un magnifico maridaje en este disco, donde reconozco mi debilidad por Jim Hall, ya que interpreta algunos de los mejores solos de su carrera, por su belleza escarpada, con una forma de tocar directa, deliberada y memorable. El quinteto consigue impregnar el espacio musical de sensaciones maravillosamente alegres y conmovedoras.

De 5 > 10, mi valoración es: 9